jueves

Mentirosa

Me había perdido entre tantos pensamientos, me había decido a tomar el control, a estar dentro lo que no se sentía tanto.
Había por fin una forma de hacer las cosas pero era infeliz, había dejado la tristeza pero ella no me había dejado a mí. Me resistía, me quería dejar callar, plantarme junto a un árbol. Había perdido el gusto y el olfato.
Había dejado de hablar pero gritaba tierra adentro, así como te mira el miedo, y yo le sonreía.
¿Cómo yo, que había ido y vuelto de donde quería, ya no me daba la gana de ser, de pensar?
Entonces me vi siento infeliz, insegura y con ganas de lanzarme al agua y ahogarme en mis malditas penas.
Pero ya sentada al borde de una cama que me parecía un abismo, no me lancé. No me dio la gana.
Y me dije que haría de mí lo que quería y que de callarme sólo lo haría si estuviera gimiendo. Que no me aplastarían, que daría mi opinión, porque no es para otro, es por mí, es porque me sale del coño decir lo que quiero, lo que siento, lo que espero.
Que sería la que quisiera así me llevara la vida entera, que no me importaría lo superficial y lo que alguien más quisiera y esperara de mí, que había otras formas y que de no existir, me las inventaría.
Que sería quien me saliera del coño, qué bonita palabra, sola o acompañada.
Justo cuando me decía eso, llamó. Lo escuché por primera vez en días, claro, estaba rota pero él me remendaba. Qué bonito, no lo necesitaba para vivir, mi discurso sólo me lo repetía como esperando que algo cambiara, pero no. Yo no tenía las alas rotas, sólo buscaba consuelo.
Lo escuché, me eché a llorar y él se quedó. Están unidas nuestras vidas y no cortaré los nudos que les hice, se ven hasta bonitos. Como los que me haría para atarme a su cama.
Ya sólo respiro, la vida quizá solo sea tantito más larga de lo que pensé.


Escrito en 2017

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